Fascismo y la Deidad de la Rebelión
Jeffrey Deboo
Ha llegado el momento de lidiar sin rodeos con la palabra con “F”. El Satanismo moderno está siendo infiltrado cada vez más con los símbolos, la filosofía, y la perspectiva de una ideología política específica: el fascismo. No me refiero a los casos en los que se nos dice “fascista” como un insulto (una práctica retórica estándar de la Izquierda en quiebra intelectual), sino más bien a aquellos en nuestras propias filas que reclaman para sí el término. “Fascismo”, al igual que “Satanismo”, es utilizado en diferentes sentidos por diferentes personas, pero el hecho es que este tiene un significado muy bien definido –uno cuyas implicaciones parecen eludirnos a algunos de nosotros.
Primero, una declaración de propósitos. No es mi intención acusar a alguien y decir: “Tu interpretación del Satanismo difiere de la mía, por lo tanto, no eres digno de llamarte un Satanista”. Mi objetivo es explicar por qué la ideología fascista me parece absolutamente irreconciliable tanto con nuestro egoísmo racional, como con los principios centrales de nuestra filosofía. El argumento dado aquí es propio, y no hablo por nadie más. Sin embargo, creo que es un argumento sólido, que requiere ser propuesto, y siento que soy tan apto como cualquiera para hacerlo.
Habiendo dicho eso, procederé al tema que nos ocupa. En The Black Flame XXVI de Primavera/Verano, Nemo (cuyas palabras son consistentemente las más reveladoras que han aparecido en estas páginas) señaló que nuestra misma relación con nuestra deidad metafórica es de emulación, no de adoración. “¿Qué haría Satán?” es la pregunta que deberíamos hacernos, no “¿Qué nos ordenaría Satán?”
Bueno, llevémoslo un paso más allá: ¿Qué hizo Satán? ¡Satán se rebeló! Él se sublevó contra Jehová, el supremo soberano del cosmos judeocristiano, y rechazó totalmente cualquier demanda de autoridad legítima sobre él por parte de este. Esta sublevación contra la autoridad yace en el corazón de todo el concepto y los mitos de Satán. A diferencia de la mayoría de deidades, Satán no es visualizado como una figura soberana expidiendo órdenes irresistibles al hombre, sino más bien como un tentador, uno que persuade a otros al “pecado” y a la rebelión (¿recuerdan a Eva y la manzana?), un profesor y socio principal de aquellos que rechazan el paradigma moral asfixiante de la sociedad Cristiana y abrazan la oscuridad. Jehová simboliza la autoridad absoluta; el creyente cristiano encarna la sumisión a la autoridad; Satán personifica la revuelta contra esta.
Como dije, “fascismo” es un término con un significado bien definido. Conocemos la teoría detrás de este y lo hemos visto funcionar en la práctica – en Alemania, Italia, España y muchos otros países. Están, por supuesto, siempre esas personas que saben poco de esa historia y gustan de soltar palabras emotivas o pegar una esvástica en sus sobres, como una fácil manera de dejar en shock a los adultos. Si ellos hacen esto, se los deberá y se los hará responsables de lo que aquellas cosas significan en realidad.
¿Qué significa en realidad el fascismo? El fascismo significa la concentración del poder en las manos del Estado. Significa extender los alcances de este poder hacia los ámbitos de la sociedad, más allá de los límites de lo puramente político, así como, siglos atrás, la autoridad de la Iglesia penetró en todos los ámbitos de la vida. Significa la subordinación de la sociedad y del hombre hacia una Gran Visión de lo que ambos deberían ser –no la visión del individuo, sino la visión de aquellos con autoridad sobre él. Significa conceder el privilegio a una clase artificial que consta de aquellos amparados por los gobernantes, en lugar del verdadero Darwinismo Social, bajo el cual los seres superiores se alzan hasta la cima con su propio esfuerzo. Significa la erradicación o la incorporación de concentraciones rivales de poder dentro de la sociedad que puedan retar al Estado –incluyendo el control cuasi-socialista del comercio, aunque a través de una regulación estricta, más que con una naciónalización rotunda. Esto significa el desempoderamiento del individuo (generalmente los gobernantes fascistas no son entusiastas de la tenencia privada de armas). Esto significa la supresión del pensamiento disconforme e independiente. Uno no puede proclamarse a sí mismo “fascista” sin abrazar lo anterior; hacer eso sería violar la integridad de nuestro lenguaje.
A aquellos Satanistas que abogan por el fascismo, les tengo que decir lo siguiente: Realmente no veo lo qué ganaría si algún bizarro giro de eventos los llevara al poder (aparte de todo el resaltante simbolismo oculto en las banderas y en edificios públicos), pero sí tengo una muy buena idea de lo que tendría que perder. Las sociedades construidas en base a la Gran Visión de alguien siempre estarán reglamentadas, son conformistas, hostiles a la libertad personal, y terriblemente aburridas como para vivir en ellas. Son los tipos de sociedades que terminan teniendo que construir paredes alrededor de ellas mismas para evitar que todos sus pensadores independientes escapen a la sociedad del costado, donde no hay una Gran Visión y todos hacen todo a su manera y se ocupan de lo suyo. Su utopía fascista “Satánica” no sería diferente. Estaría entonces en contra de vuestra autoridad el que todos los verdaderos individualistas estén en revuelta, y por lo tanto serían ellos los verdaderos Satanistas, los verdaderos portadores de la antorcha de la Deidad de la Rebelión. ¿Y en qué los convertiría eso a ustedes?
Si incluso la democracia ha resultado ser a menudo un desastre, la razón es que la tiranía de la mayoría no es fundamentalmente diferente de cualquier otro tipo de tiranía. “Él, quien me dijo ‘tú debes’, es mi enemigo mortal” (Diatriba Infernal I:5), ya sea esta un matón abusador o cien millones de idiotas. El que tiene la autoridad, o en el nombre de quién esta es ejercida, no es el problema –el problema es la autoridad en sí.
Al contrario de la retórica popular, los Estados Unidos no es una democracia pura –si lo fuera, la estupidez de las masas hace mucho lo hubiera llevado a la misma zanja donde terminó la República de Weimar. La gloria de los Estados Unidos reside no en su democracia, sino en la filosofía encarnada en su Carta de Derechos –su Decálogo de libertad que, en dramático contraste con el de Moisés, dirige sus “Tú-no-debes” no al hombre individual, sino al Estado, el cual de otra manera lo destruiría. Es esta limitación a la autoridad centralizada la que protege a nuestra libertad, no alguna sabiduría mística residente en aquellos (incluyendo a las masas) que participan en la orientación de esa autoridad. Por lo tanto, es esta protección la que los autoritarios de tanto la izquierda como de la derecha han estado intentando socavar y destruir por décadas.
Sí, nuestro orden social actual es deprimentemente conformista –pero ¿por qué intentar reemplazarlo con fascismo, el cual empeoraría las cosas aún más?
Para mí, el único orden social verdaderamente Satanista es un orden anarquista/libertario (el opuesto antagónico del fascismo), en donde la libertad personal está en su esplendor y la autoridad está dispersa y descentralizada, en donde la Estratificación toma lugar a través de logros individuales, en lugar de una selección desde lo alto. Solo así podremos derrotar realmente al arquetipo de Jehová, en lugar de aceptar su posición. Solo así podremos evitar convertirnos en eso mismo contra lo que estamos luchando, y encarar la absurda consecuencia que solo aquellos que se nos oponen serán capaces de declarar como una herencia auténtica de nuestra tradición.
Solo así, además, podremos restaurar la ley y selección natural. La naturaleza es anarquista, no fascista. Ningún otro poder más grande escoge y elige especies superiores y les concede el derecho de sobrevivir, enviando a las otras al bote de basura de la evolución; en su lugar, tipos, pequeños grupos, y bestias individuales compiten, los no aptos mueren o son llevados a nichos ecológicos marginales, y los más fuertes, inteligentes y mejor adaptados prevalecen y florecen –hasta la siguiente batalla. Los grupos sociales de primates usualmente tienen individuos dominantes (como cualquier grupo pequeño de humanos tenderá a estar dominado por uno o dos miembros por su fuerza de personalidad), pero incluso estos son constantemente desafiados y retados, y no pueden mantener por mucho su posición frente a un denunciante más fuerte – no existe la autoridad institucionalizada entre animales no humanos. La única forma de organización en la naturaleza que se parezca a un sistema fascista es la colonia de hormigas, e incluso esta similitud es solo superficial, ya que la “autoridad” controladora reside no en una suprema hormiga-Führer, sino en patrones de comportamiento programados no conscientemente. De cualquier modo, la poca aptitud de la colonia de hormigas como modelo para una sociedad de Satanistas me parece evidente.
Yo no necesito que me sea dada autoridad como miembro de una clase artificialmente privilegiada – yo me las arreglo muy bien solo, muchas gracias. Yo no quiero que haya autoridad, más allá del mínimo esencial que se necesita para defender nuestros intereses en el exterior y prevenir que la basura humana se descontrole y convierta al país entero en el Centro Sur de L.A. Por supuesto, el disturbio del último Abril nos demostró una vez más cuán patéticamente inepto es el gigante e hinchado Estado al desempeñar su última función (véase mi artículo en la edición XXVII de Primavera/Verano). Lo que realmente salvó vidas fue la defensa propia de los individuos, mientras que las autoridades del Estado no hicieron nada hasta que ya había terminado todo, e inmediatamente luego empezaron a quejarse acerca de que el control de armas debería evitar la defensa propia la próxima vez.
Si quieres seguridad, no mires al Estado; para lo único que este es bueno es para decirte que no puedes comprar esta arma, no puedes follar con esa persona, no puedes hacer esto, ni aquello, et cetera ad nauseam.
Satanistas fascistas autoproclamados: Aprendan, por favor, algo de historia. El Estado es tan peligroso como inútil. Es inherentemente un enemigo de la libertad personal y un protector incompetente. No se puede confiar en este. Nunca. En ninguna parte. Este problema no puede ser resuelto aprovechándose del control del Estado en nombre de Jesucristo, de Las Personas o incluso de Satanás. Solo puede ser resuelto deshaciéndose de la maldita cosa. Dado que las masas probablemente no son lo suficientemente maduras como para que la sociedad funcione establemente sin algún tipo de gobierno, y ya que (que el autor sepa) ningún método práctico de privatizar la defensa nacional se ha ideado, el problema no puede ser resuelto en absoluto. Pero puede y debe ser minimizado – restringiendo el poder del Estado, deteniendo y reduciendo su crecimiento, recortando hasta el hueso su habilidad de abusar del ciudadano productivo a través de los impuestos, resistiéndose a cada intento suyo de entrometerse mucho más en nuestras vidas a través de su maligna falange con leyes de control de armas, etc., las cuales se metastatizan en nuevas áreas del cuerpo público. Es decir, al luchar contra su tendencia inherente hacia el fascismo.
Los autoritarios que buscan camaradas en un movimiento individualista como el Satanismo están, en verdad, en el lugar equivocado. Después de todo, existe un auténtico movimiento fascista en los Estados Unidos, a pesar de que (aún) no es llamado de esa forma. Este es grande y poderoso. Este se ha infiltrado y esencialmente ha tomado el control del Partido Republicano. Tiene las intenciones ocultas de concentrar el poder del Estado y utilizarlo para transformar y remodelar y controlar la sociedad tan profundamente como lo hicieron sus antecesores espirituales en Berlín y Moscú y el Vaticano. Su nombre es la Derecha Cristiana, y millones de zombies de ojos vidriosos y sexualmente reprimidos están listos en los suburbios de costa a costa para reunirse ante la llamada de sus ceñudos líderes sacude-Biblias. Después de todo, el fascismo encaja perfectamente con el paradigma de un Jehová. ¡Todo el poder para el Todopoderoso! ¡Obediencia como la mejor virtud, rebelión como la encarnación del mal! Toda esta riña sobre el pecado y la moral y los Valores Tradicionales atrae a fanáticos del control como el estiércol a las moscas – cuando alguien empieza a hablar así, quédate tranquilo, se está preparando para intentar prohibir algo.[1]
Así que, fascistas, si estas palabras les han molestado, ánimos. Puede que sus no reconocidos socios prevalezcan aun, y la Utopía Fascista surgirá finalmente. El rezo y el creacionismo volverán a las escuelas. Todas esas personas irritantes que te fastidian al tener una opinión distinta, o al seguir un estilo de vida que consideras ofensivo, tendrán que callarse y guardarse todo. Y habrá leyes estrictas contra el aborto, la homosexualidad, el adulterio, la promiscuidad, la pornografía, la quema de banderas, el sexo interracial, las letras de rap obscenas, y cualquier otra cosa que a alguien en el Comité Central le desagrade. También en contra del Satanismo, por supuesto, pero tú sabes lo que se dice de los omelettes y los huevos.[2]
Relee la Diatriba Infernal, Capítulo II. ¿Es posible que este fulminante rechazo del mismo concepto de ortodoxia haya sido publicado, bajo el régimen Nazi, para censurar los “sofismas establecidos” y las “mentiras consagradas” de la ideología Nazi? ¿Es posible que esto haya estado dirigido, en el último hormiguero soviético desapercibido, hacía los “dogmas morales más arrogantes” de Marx, incluso después de que hayan sido “demostrados con resultados”, en la forma de décadas de desastre económico, “para no ser más que ficción vacía?” Cuando todas las ideas puedan ser expresadas libremente, la supervivencia del más apto nos conducirá finalmente al triunfo de las mejores ideas. Estoy completamente seguro de que la filosofía Satánica encarna las mejores ideas para la siguiente fase del desarrollo humano. Solo aquellos a quienes les falte esa confianza en su filosofía sienten la necesidad de imponerla a la fuerza y a través del miedo.
No se ha de permitir que el Satanismo degenere en otro agobiante ejercicio de crear un monstruo para protegernos y luego descubrir que no tenemos nada que nos proteja contra este. Incontables ideologías y religiones y sistemas políticos ya lo hicieron. El Satanismo trata sobre la independencia. Una verdadera sociedad Satánica significa una población de individuos de espíritu libre, bien preparados, plenamente conscientes y auto-disciplinados quienes no necesitarán ni tolerarán a ninguna entidad externa que los “proteja” o que les diga lo que pueden y no pueden hacer. Una sociedad así solo puede surgir luego de que hayamos eliminado la consciencia de manada y la sumisión a la autoridad que yacen en las raíces tanto del cristianismo como del fascismo.
[1] En mi opinión, el hecho de que la Derecha Cristiana haya alardeado de su control sobre el Partido Republicano tan ostentosamente (en la convención de Houston y en la plataforma del partido) fue parte del motivo de su pérdida de la Casa Blanca. Mientras escribo esto, es muy pronto para saber si esta derrota inspirará a que los elementos racionales dentro del partido intenten recuperar el control (o quizás formar un nuevo partido).
[2] Nota de la traductora: Se trata de un modismo del inglés que dice “You can’t make an omelette without breaking eggs”, o sea, “No puedes hacer un omelette sin romper huevos”. Un equivalente en nuestro idioma sería la conocida frase “Justos pagan por pecadores”.
© Jeffrey Deboo
Publicado inicialmente en The Black Flame N. 5, Vol I & II
Traducido por Sofía E.